Como una ventana al mundo, el ojo recoge las imágenes que nos mantienen en contacto con la realidad. Estas no proporcionan más del 70% de la información que recibimos del exterior.
Para que podamos ver, los rayos de luz entran en las pupilas y se registran en las retinas, en el fondo de los ojos, donde se crean imágenes invertidas. Estas se convierten en impulsos eléctricos, llevados a través del nervio óptico de cada ojo al cerebro, al lóbulo occipital, donde son interpretados.
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